Valverde de Júcar ha vivido hoy el Día Grande de su Fiesta de Moros y Cristianos en honor al Santo Niño en una jornada soleada y con una temperatura perfecta.
Alrededor de cinco mil personas presenciaron el emotivo momento en que los Generales de Dichos se abrazaron para simbolizar la paz entre ambos bandos después una violenta batalla verbal que se desarrolló por las calles de la localidad conquense.
La jornada festiva daba comienzo alrededor de las 11,15 horas -un poco más tarde de lo previsto- en la Plaza Mayor, donde el sonido de una dulzaina anunciaba la salida de la venerada imagen del Santo Niño del templo parroquial. Frente a ella, una multitud de personas -entre valverdeños y visitantes-, esperaba expectante el inicio de uno de los días más esperados del año en Valverde. Junto al alcalde, Pedro Esteso, el presidente de la Diputación Provincial de Cuenca, Benjamín Prieto, y el diputado provincial Julián Huete, conformaron la comitiva de autoridades, junto a otros alcaldes de la comarca.
Un silencio sepulcral inundaba la Plaza de la Verdura unos instantes antes de que diera comienzo el Primer Encuentro en que, tras una apasionada batalla dialéctica, los Cristianos salieron derrotados y los Moros se apoderaron de la imagen del Santo Niño. Después, la procesión cruzó la Plaza Mayor hasta llegar a la calle de San Marcos, lugar donde tuvo lugar el Segundo Encuentro y esta vez los Cristianos cayeron derrotados ante la supremacía mora. La intensidad y el fervor con los que los generales de Dichos pronunciaron los tradicionales versos incitaron a los asistentes a no perder detalle de la lucha verbal.
El estruendo de los trabucos sirvió como telón de fondo hasta que soldados y asistentes volvieron de nuevo a la Plaza Mayor, donde se produciría el Tercer y último Encuentro. Un año más, el arrepentimiento del Moro ante la imagen del Santo Niño y el abrazo de perdón del Cristiano sirvió para poner el broche de oro a una jornada brillante y que pasará a formar parte de la historia de esta fiesta en Valverde de Júcar. Y es que se trata e una tradición de siglos que, lejos de perders con el pasar del tiempo, se renueva cada año en el interior de cada valverdeño.
Tras los populares Dichos, tuvo lugar la ceremonia de la Santa Misa en la que el templo quedó absolutamente repleto de fieles. Al finalizar -alrededor de las 13,30 horas-, dio comienzo la tradicional rueda de salvas en la Plaza Mayor, la arenga del General Cristiano, el correr de banderas y la descarga general que hizo vibrar a todo el pueblo.
Mezcla de emociones
“Un día inmejorable”. De este modo calificaba el alcalde, Pedro Esteso, el Día Grande de las fiestas de Moros y Cristianos. “Hemos disfrutado de un día con una gran asistencia de gente, con muchos visitantes, con la temperatura idónea, mucha soldadesca y esperando que todo transcurra con la mayor normalidad”, dijo. El primer edil reconocía que la emoción de este día “es una mezcla de religiosidad, tradición, historia, de recuerdo de la gente que nos falta, de añoranza de los que no han podido venir y de la alegría del reencuentro con familiares y amigos”. Por su parte, el presidente de la Diputación Provincial de Cuenca, Benjamín Prieto, quiso dar la enhorabuena al pueblo de Valverde por “saber mantener una tradición en la que se conjuga la religiosidad popular y la creatividad que aportan los actores cuyo esfuerzo para memorizar los Dichos es enorme”. Según Prieto, “las tradiciones deben ser un recurso más para traer el turismo y el progreso a nuestra tierra”.
Otros de los protagonistas fueron los Generales de Dichos Moro y Cristiano, Luis López Saera y Fernando López Vieco. Su entrega y pasión durante la representación ensalzaron aún más esta antigua fiesta que cada año congrega a miles de valverdeños y visitantes.
Noticia extraída de «El Día de Cuenca»
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