Valverde de Júcar huele a pólvora
(por Miguel Romero Saiz)

EL PUPITRE

Cuando un Ruiz de Alarcón decidió permitir que los moriscos, llegados de Granada, danzaran con sus zambras mientras los cristianos, allí afincados, dispararan al aire sus trabucos de pólvora, no se podía imaginar que este lugar, afincado al lado del Júcar, empezaría a sentir unas fiestas tan loables y llenas de devoción hacia una imagen del Santo Niño de la Bola, ese que puede tener parecido infantil y que sin duda, aglutina los corazones de todos cuántos allí llegamos para revivir religiosidad festiva.

Por eso, yo que soy foráneo, siempre me he sentido valverdeño por la acogida de sus gentes, honestas y generosas, me he sentido feliz al conseguir que se me escuche o que se me respete por eso de aportar un poco más de historia a su rico pasado, por eso de creer que su fiesta es más grande de lo que parece y por eso de dejar sentir que Valverde de Júcar tiene aún mucho más qué decir en el desarrollo cultural de sus habitantes.

Han pasado conmigo muchas corporaciones y todas han demostrado cuál debe ser el amor a su pueblo. Recuerdo a Romero Uribes –fallecido hace poco tiempo- y su esfuerzo por hacer de la capilla de la Virgen del Espíritu Santo un museo particular de arte; o también a Abad, a Miguel Ángel Alarcón, a Pedro Esteso, a Álvaro y ahora, a Juli Bautista. Los recuerdo con cariño porque todos me hicieron ver que el amor a su pueblo debe vencer todo tipo de dificultades, de ideologías y de vanidades, porque todos luchan por un mismo fin y en cada uno de ellos, el Santo Niño ha definido su camino y sus sueños.

Por eso, este año 2022, cuando la pandemia sigue, pero dejando un respiro a esa menor incertidumbre marcada por las vacunaciones masivas, volverá la pólvora a oler en cada rincón de ese maravilloso pueblo, volverán a sonar las campanas de su iglesia parroquial y se escucharán los trabucos rugir y cantar al soniquete de sus estruendos, mientras los Dichos en su versión más austera, reflejarán la historia pasada, aquella que iniciase el Ruiz de Alarcón, señor de este lugar, porque los desfiles (moros y cristianos), las Guerrillas, el Moje, los Dichos, los Refrescos, los Puñaos, las Vísperas, la Acción de Gracias, la Misa y los disparos llenarán de júbilo  y de alegría cada una de las calles de aquel lugar entrañable para quienes allí viven y para los muchos amigos que llegamos.

Y antes, ese día 4 que marca el Preludio y que se hace desde catorce años –una invención que yo considerase adecuada para reconocer a los “asentados” porque gracias a ellos, la Fiesta es real- se llevan a cabo estas Jornadas Antropológicas, en las que la historia tiene su sentido, el deseo se manifiesta con las palabras de sus generales de tropa: mora y cristiana, su invitado o invitada de honor para hacer Pregón de inicio, y un servidor junto al alcalde o alcaldesa –como es ahora-, para dar el pistoletazo de salida, a una Fiesta de Moros y Cristianos en honor del Santo Niño, sin olvidar que la Virgen del Espíritu Santo, espera y bendice desde su hornacina en la majestuosa iglesia parroquial donde el coro y las flores abanderan unos días mágicos para todo valverdeño.

Este año será Mari Carmen Olmeda Lagullón quien nos abra camino con sus recuerdos; sin olvidar a Juan Pablo, el párroco del lugar, y la palabra de ánimo de sus generales: David García López por el bando cristiano y Francisco Javier Poyatos Alarcón por el bando moro, al sonido de la pita de Javier Vacas y de los tambores que redoblarán al sonido de ¡Viva el Santo Niño¡ Un placer sin duda volver a oler la pólvora en las calles de Valverde de Júcar.

Dichos
(por Miguel Romero Saiz)

EL PUPITRE

Existen muchos elementos y aspectos de nuestra vida que suponen dudas y conflictos. Es habitual que nos preguntemos el cómo, cuándo, por qué y para qué, reflexionando sobre numerosas facetas de nuestra vida y de lo que ocurre a nuestro alrededor. ¿Dónde estamos? ¿Por qué vivimos? ¿Adónde vamos? ¿Qué significan las tradiciones? ¿Qué es la seña de identidad de un pueblo? ¿Qué ocurre tras la muerte? ¿Quién soy? ¿Cómo debemos vivir? ¿Por qué existe el amor y el odio? ¿Qué siento y por qué?…

A lo largo de la historia han surgido una gran cantidad de reflexiones respecto a estos y otros temas, sean más cotidianos o más trascendentales.

La RAE nos dice que un Dicho es “una palabra o enunciado mediante la cual se dice una cosa o se expresa una idea con gracia o con aprovechamiento”.

Y es que traigo aquí este término porque en Valverde de Júcar, localidad conquense erizada al lado del río Júcar, o Xucra en árabe, vive intensamente sus Fiestas en honor del Santo Niño y lo hace recitándole los “Dichos”. Y claro está, aparece esta palabra que no es ni más ni menos, que la esencia pura, original y única de estas gentes, expresando entre sus versos lo que sienten hacia su devoción patronal, hacia su pueblo, pero especialmente hacia su historia, aquella que se escribiera en tiempos de la Guerra de Granada, sea la de conquista por los Reyes Católicos cuando un Ruiz de Alarcón les acompañaba y expulsaran a los Boabdil o dinastía Nazarí, o sea, la guerra de las Alpujarras, llamada también de Granada, provocada por el levantamiento morisco unos años más tarde, siguiendo la díscolo Aben Humeya.

De una u otra manera, “los Dichos de Valverde al Santo Niño” se recitan con fervor, expresión y admiración el día solemne del 8 de enero, divididos en tres Encuentros y manifestando entre sus razones, lo que siente este pueblo hacia sus Fiestas de Moros y Cristianos, de reconocimiento regional y que debieran de ser, de reconocimiento nacional.

Son una composición en estrofas de cuatro versos casi todas, que generan un diálogo cruzado, donde se relata las vivencias del enfrentamiento entre moros y cristianos, guerra, paz, intercambio, devoción y proclamas contenidas. Es una obra literaria que anda a mitad de camino entre la comedia de Lope de Vega, el juego teatral barroco y el drama litúrgico, donde sus habitantes emiten en verso fórmulas juglarescas con diálogos, enumeraciones solemnes, emoción, esperanza, historia, miedo, arrojo bélico, que el pueblo llama Dichos en un intento de retorización para inferir sus pensamientos, de pasado, de presente y como no, de futuro.

En cuanto al autor posible de nuestros Dichos. No hay la menor duda de que son canciones orales transmitidas de padres a hijos, que después son recopiladas, estructuradas y compiladas para su escenificación teatral por un escritor, posiblemente barroco, (posiblemente Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza 1581-1639, escritor que marchase a las Américas) en base a su estilo literario, a su conocimiento del lugar y su entorno y a la vinculación con el Señor de Valverde en aquellos tiempos, Don Diego Ruiz de Alarcón.

Hay mucho de comedia sacramental o Auto porque está claro que el autor conoce a San Juan de la Cruz o a Calderón haciendo alusión a los fenómenos naturales como el agua, el trueno, la nieve, el relámpago, referencia a la Tierra, a las plantas, a las flores o a todo lo que el mundo encierra donde las metáforas son comunes. Esto es obra de los grandes autores de ese Siglo de Oro y del Barroco como Lope de Vega, Cervantes, Guillén, Rojas o el propio Alarcón.

Pero hay vocablos que le definen y le diferencian, sobre todo en los tiempos en que se escriben. No es lo mismo Califa que Sultán, ni bereber que berberisco.

Tal vez aquella palabra de “algarabía” nos quiera aducir a los vocablos y el gesto del habla que aquellos moriscos afincados en los pueblos de la Meseta castellana, incluido Valverde de Júcar, hacían por las calles y plazas de cada lugar.

Es común que los grupos de moriscos valverdeños, reunidos en la plaza de la Verdura o en el patio del convento franciscano lanzaran aquellas frases en el habla aljamiado (aljamía), mitad castellano y mitad árabe, para comunicarse, recitar o alabar, creando los primeros Dichos en honor del Santo Niño, la divinidad que les había convertido al cristianismo.

Sea, de una u otra manera, “Los Dichos de Valverde” son únicos en todo el territorio nacional, exclusivos de este lugar, nacidos en el siglo XVI y extendidos en el XVII, creando con ello, una seña de identidad que hace de este lugar y de su tradición, un momento espectacular, sentido y añorado bajo el recuerdo de los que ya no están con nosotros.

Enhorabuena a los dos generales de Dichos de este año 2022, por su magistral interpretación y enhorabuena a los Generales de Compañía, por su gestión y dirección al frente de las mismas, en unas fiestas deseadas y que han sido ejemplares.

Y quisiera también aprovechar estas palabras para recordar a quien me llevó de la mano hacia Valverde, me enseño la esencia de la tradición, me hizo revivir y estudiar los Dichos, renacer con ilusión bajo mi coordinación en el Museo y los Hermanamientos con gentes de otros lugares, cantar hacia un pueblo solemne, sentir la devoción a la Virgen del Espíritu Santo, hacer Pregón de Fiestas, creer en un pueblo que te acoge con hospitalidad y cariño y que esta semana de enero, es el sentir de toda una provincia, la de Cuenca. Mi recuerdo personal a José Luis Salcedo Saera, un “buen hombre” y “un gran valverdeño” al que todos queríamos y por el que sentimos un gran respeto en su recuerdo.